Personalidad
perfeccionista y obsesiva.
Formalidad
y refinamiento, interés por la autoridad. Preocupación por la corrección verbal
(buena dicción y empleo apropiado de las palabras). Alguien que pesa todas y cada una de sus
palabras es también alguien que pesa todas y cada una de sus acciones y, por
tanto, se comporta de un modo absolutamente perfecto.
El
E1 es alguien que ha sufrido fuertes exigencias en el desarrollo de su infancia
y, por tanto, se caracteriza por una seriedad compulsiva.
Como
no todo el mundo se muestra tan responsable y con tanto respeto por las normas,
este tipo de persona no puede dejar de sentir que es víctima de una injusticia,
al llevar una carga superior o realizar esfuerzos mayores que los otros. El resentimiento está en la raíz de su
tendencia a la crítica en general, así como en su superioridad competitiva: por
mucho que se critique a sí mismo, aún critica mucho más al resto del mundo, lo
que le lleva a una relativa sensación de ejemplaridad. Esta superioridad aparenta ser muy natural,
pues a los demás no les da la impresión de prepotencia arrogante, sino, más
bien, de un sentimiento de dignidad personal.
“Una persona de carácter”.
El
E1 es de carácter social. Aunque exista
ira, esta es colocada al servicio de lo social, es decir, de cómo deberían ser
las cosas. El sentido del deber es muy
fuerte.
La
ira es un tabú para este carácter, los E1 tienen grandes problemas para
expresarla, por mucho resentimiento que alberguen, a no ser que esté
justificada como “justa indignación”.
Generalmente
los E1 son personas que disfrutan luchando por las buenas causas. Sin embargo, sería un error creer que la
causa es lo que los lleva a luchar. De
hecho, es al revés: su agresividad necesita una buena causa para sentirse
justificada.
Existe
también un alto nivel de exigencia para con los demás. Una de las dinámicas inconscientes de estas
personas es el uso de la crítica como medio indirecto para efectuar
exigencias. La exigencia es crítica
orientada hacia la acción.
Así
por ejemplo, en lugar de decir “yo quiero”, suelen decir “tú debes”. No se responsabilizan de sus propios deseos
ni son conscientes de ellos.
En
un nivel consciente, estas personas aparecen ante ellas mismas como carentes de
interés propio o egoísmo, incluso puede convencer de ello a los demás, a pesar
de darles órdenes y controlar las situaciones.
Sin duda, la virtuosa ausencia de interés propio se convierte en
pasaporte al poder, o sea, en una estrategia.
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